Lo que destaco es la lucha, la búsqueda y la superación de adversidades de los Reyes Magos para llegar a rendir culto al terrenalmente humilde Salvador.
En estos tiempos, en los que desafortunadamente es mal visto pensar que pueda existir alguien superior a nosotros, la historia de los Reyes Magos es un ejemplo de humildad, de reconocerse simples humanos, de dejar a un lado a la soberbia y el orgullo.
Fueron personas capaces de emprender un largo viaje lleno de obstáculos para agachar la cabeza y adorar a quien es espiritualmente el auténtico Rey de Reyes.
Hoy nos esforzamos, y prácticamente nos arrodillamos, sólo para obtener poder, ganar dinero y sin criterio alguno.
En estos días se conmemora a los Reyes Magos comiendo rosca, compartiéndola con nuestros seres queridos, recordando la persecución del Niño Jesús, quien tuvo que ser escondido para no ser víctima de la soberbia de Herodes.
Los niños que se portan bien reciben un regalo para recordar los obsequios que recibió Él; aunque, las tradiciones se desvirtúan y en muchas ocasiones pierden su auténtico sentido.
La fiesta del Día de Reyes puede ser muy criticada, pero no por ésta en sí, más bien por nuestra errónea voluntad de sentirnos superiores a todo lo que existe en el mundo, en la espiritualidad y en lo divino.
Que no fueron tres, que no viajaron en caballo, camello y elefante, que no llevaron oro, incienso y mirra; sí, es muy probable que así hayan sucedido las cosas, pero reitero, la historia religiosa debe ser entendida de acuerdo a la época en que se escribió y al simbolismo que contiene.
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