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domingo, 20 de abril de 2014

Consejos de entrenamiento psicológico

Seguro que te identificas con alguna de estas "neuras deportivas": 

1. ¿Qué hago cuando pienso "ya no puedo más" en una prueba o entrenando?
Piensa que tus emociones y tu ejecución deportiva dependen del idioma en el que te hablas a ti mismo. Sí, eso que te dices, lo que hablas contigo, la voz de Pepito Grillo puede sumar o restar. Si piensas que no puedes más, terminarás por abandonar. Eres libre de elegir lo que pasa por tu cabeza. Elige siempre lo que sume, sustituye de forma inmediata por "tira, sigue, venga, vamos, puedes, un último esfuerzo y estás ahí".

2. Me pongo muy nervioso antes de competir ¿Es normal? ¿Qué puedo hacer para competir más tranquilo?
No contemples la competición como una batalla. Es un lugar para ponerte a prueba después de tanto esfuerzo. Piensa en disfrutar, y contesta a la pregunta ¿por qué estoy aquí? ¿Cómo me quiero sentir? Practica la respiración abdominal y pronuncia de forma lenta y pausada "T – R – A – N – Q – U – I – L – O".

3. No duermo ni descanso antes de una competición.
Puedes practicar una técnica de relajación, como la relajación muscular de Jacobson, que te ayudará a mantener tu sistema nervioso a raya. 

4. Cuando me lesiono y no puedo entrenar, me subo por las paredes o me deprimo.
Debes dejar que todo fluya, lesionarse forma parte de entrenar y competir. Haz la relajación y para el pensamiento que te hace estar inquieto. Cada vez que irrumpa la idea en el cerebro, di BASTA, y sustituye el pensamiento sobre no poder entrenar por “Estás haciendo todo lo que puedes, dentro de nada estás ahí”. Ocupa tu tiempo con otra actividad que te produzca placer.

5. Estoy tan estresado que ya no me relajo entrenando, mi estrés en la vida afecta a mi entrenamiento.
Examina de dónde viene la fuente de estrés, ¿te estás organizando mal?, ¿tu trabajo conlleva alguna dificultad que no puedes resolver?, ¿estás sobrecargado?
Aprende a gestionar tu tiempo, establece tus prioridades en función de tu escala de valores y en cuanto a lo difícil, no postergues. Igual deberías coger un fin de semana, ponerte al día y liberarte de todo lo atrasado.

6. O al revés, estoy tan estresado entrenando mi reto deportivo (léase maratón, triatlón, etc.) que me afecta a mi vida personal y laboral.
Recuerda que te marcaste el reto porque era algo que te apasionaba, en el momento que la pasión se convierte en obsesión, pierde el sentido. No des más de lo que puedas, no te exijas más. El reto es algo bonito cuando nos mantiene despiertos, felices y con ilusión. No pierdas de vista estos valores. Si algún día no puedes entrenar, no pasa nada. Ni se te ocurra sentirte culpable; y si en algunas sesiones de entrenamiento no consigues los tiempos, ten paciencia, todo llegará.

10 claves para superarnos en el deporte y ser felices

1. Ten un pensamiento firme y orientado al éxito. Ten claro qué es lo que quieres y ve a por ello. No hay lugar para las ideas de duda. Los deportistas pueden entrenar el estilo cognitivo y elegir y automatizar los pensamientos que les van a llevar al objetivo. En lugar de "no sé si estoy preparado, hay algunos que me superan, a ver qué pasa…", debemos pensar en términos positivos y ambiciosos "yo estoy aquí porque me lo merezco, he trabajado duro y vengo a darlo todo, no permitiré que nadie me deje en el camino".

Hazte esta pregunta ¿por qué piensas en lo que puede salir mal, en aquello en lo que puedes fracasar si no es lo que deseas? Es completamente incoherente. Tu cuerpo se mueve y se dirige hacia el objetivo que elige tu cerebro. Si centras la atención en los pensamientos equivocados, tendrás mayor probabilidad de fracasar.

2. Disfruta de lo que haces, no solo del deporte que practicas, también del trabajo y de la gente de la que te rodeas. ¿Has probado a echar sal a la vida? Escucha música, entrena, sal con gente divertida que te transmita energía, busca la parte humorística de lo que haces. La vida y el deporte son para disfrutarlos. La mayoría de las veces eres tú el que debe decidir hacerlo.

Consejo: Despliega ese radar interno, el GPS con el que buscas el placer. Sólo tienes que programar al cerebro para ello. Dirige tu atención a lo que suma alegría. Puedes utilizar alguna frase del tipo "qué a gusto estoy". Disfruta, respira, huele, toca y siente cada momento.

¡IMPORTANTE! No te olvides que en esta vida estamos de paso, y lo que no disfrutes hoy, mañana no tiene repetición. Tendrás una oportunidad distinta, otra experiencia, pero la que perdiste ayer, esa, no vuelve.

3. Saber sufrir: resistir el cansancio, crecerte con las molestias. Tienes que ser capaz de atender las señales que te dan fuerza y desatender lo que resta durante te ejecución deportiva y durante la vida. Si quieres un trabajo mejor, debes invertir esfuerzo en combinar tu trabajo actual con la formación que necesitas para superarte. Si quieres un cuerpo esbelto y fibroso o mejorar tu marca en competición tienes que entrenar para conseguirlo. Y recuerda, quien algo quiere, algo le cuesta.
¿Sabías que la pereza nunca trae satisfacción? Cuando postergas y dejas para mañana lo que tendrías que haber hecho hoy, te sientes mal, aumenta tu ansiedad con lo que tienes pendiente y sientes que pierdes el control: ¡MÉTELE MANO YA!

4. Tener un locus de control interno que te permita sentirte confiado y seguro. El locus de control es "la atribución que haces del éxito y el fracaso". Significa entender en qué parte del éxito y del fracaso intervienes tú. Hay deportistas que dicen haber ganado porque se enfrentaron a un rival débil. En estos casos, el éxito no ha dependido del deportista, sino del rival. Mientras que otros que han ganado, dicen haberlo conseguido porque se esforzaron, estuvieron concentrados y trabajaron con intensidad. Este segundo grupo tiene un locus de control interno, el éxito depende de ellos y no de las circunstancias. Si tú has trabajado duro, has conseguido la marca o un sueño en tu vida y tu entrenamiento o perseverancia te ha llevado dónde deseabas, tienes que saber que es porque te lo has ganado y que no ha sido cuestión de suerte. Conocer tu talento, tu potencial y tus virtudes te permite explotarlas y sentirte seguro. Nadie te regala nada, eres tú quien te esfuerzas para alcanzar el premio.

Consejo: cada vez que consigas algo grande, párate y dedica un tiempo a valorar los factores de éxito ¿en qué medida has participado de esta victoria, de conseguir esta entrevista de trabajo, de ligar con esta chica? ¿Habrá sido tu perseverancia, tu experiencia laboral, tu saber estar, ser simpático…? Cuando conoces lo que te llevó a triunfar te permite volver a utilizarlo en ocasiones similares. Saber que tienes talento te confiere seguridad y confianza.

5.    ¡Tú eres grande, grandísimo!, que no se te olvide nunca. Porque si tú no piensas en ti como un potencial, como alguien con capacidad para crecer, nadie lo va a hacer por ti. El primer paso para superarte es creer que puedes hacerlo. En esta vida, en tu deporte, si no vas a por todas, no vas a nada. Eres el dueño de tu destino, tienes capacidad, talento, puedes formarte y seguir aprendiendo… que nadie decida por ti dónde puedes llegar.

¿El límite es tu puesto de tu trabajo, es tu carrera, es acaso la chica inalcanzable? Si tú no te lo propones, no hay límite. Como dice Josef Ajram "No sé dónde está mi límite. Sí sé dónde no está".

6. Aprende a manejar tus emociones, tienes que ser capaz de autorregularte. No esperes una fuente de motivación externa para ponerte en marcha. Nadie mejor que tú mismo para motivarte. Si esperas que alguien venga a darte ese empujoncito, igual nunca llegas a empezar. Piensa en cómo quieres ser, en qué quieres sentir, a quién te quieres parecer…y ACTÚA. Debes imitar, como si fueras un actor, el estado emocional que saca de ti toda la fuera y la ambición del que lo da todo y trabaja al límite. Participa con corazón, furia y amor por lo que haces. Sólo así podrás superarte.

7. Di no a lo que resta. Estás rodeado de personas tóxicas, te consumen con sus problemas, con sus indecisiones, con sus "monotemas" dramáticos. Son los que siempre tienen problemas de que hablar, pero nunca soluciones. Si pasas mucho tiempo con ellos, te terminarás mimetizando y te contagiarán su energía negativa. Revitalízate, el deporte es una de las mejores vías para hacerlo. La práctica de ejercicio físico libera endorfinas, una droga natural que mejora tu estado anímico. Y además, tiene muchos otros beneficios, como la sensación de relax, te permite relacionarte y conocer personas, y te metes en el "sano vicio" de vivir de forma saludable.

8. Practica la paciencia y la reflexión. Esta vida no es un "aquí te pillo, aquí te mato". Cada vez que metes algo con calzador, termina por reventar por algún sitio. Trata de fluir, de intervenir en lo que depende de ti y ser paciente con las preocupaciones que no están bajo tu control. Muchas veces quieres algo ya y te anticipas, y lo que debes hacer es respetar los tiempos. Porque adelantarte y preocuparte no siempre provoca que suceda. Lo mismo ocurre en el deporte. No quieras perder peso de forma inmediata, ni pasar de tener barriga a tener abdominales en una semana. Date tiempo, y mientras consigues tu objetivo final, ¡disfruta del camino!

Consejo: Dirige tu energía a las tareas y actividades sobre las que tienes margen de maniobra, e ignora o permite que lleven su ritmo las actividades en las que tú no eres el protagonista ni puedes serlo. Un ejemplo muy sencillo es querer que la persona que te gusta te dé una respuesta ¡ya! Si te ha pedido tiempo, respétalo. Llamarla e inundarla de mensajes va a conseguir justo lo contario, que se aleje de ti.

Recuerda: "Si está para ti lo estará aunque te quites, y si no está para ti, no lo estará aunque te pongas".

9. Di NO. Cada vez que te cargas con algo para lo que no tienes tiempo, te lo quitas a ti mismo, y dejas de respetarte, porque tu ocio también es importante, ¿o no? Cuando alguien te pide un favor, cuenta con las dos opciones: que le digas que si o que le digas que no. Si dices que no por evitar un conflicto, o porque piensas que así eres mejor persona, te equivocas. Te estás ninguneando y cuando te pongas a hacer lo que te han pedido, estarás maldiciendo pensando "con lo a gusto que estaría yo ahora nadando, sintiendo como floto en el agua, evadiéndome de mis problemas y descargándome de todo el estrés del día". 
Consejo: No confundas la solidaridad y ser buena persona con perder tu vida privada y tu tiempo de disfrute. Piensa dónde están tus límites y haz porque se respeten.

10. Aprende a competir. Esta vida es como la jungla, solo sobrevive en el más fuerte. ¡OJO! El más fuerte no es el que le pone a otro la zancadilla para subir él, sino el que trabaja con valores como la constancia, la perseverancia, sacrificio, compañerismo y solidaridad para llegar a ser cada vez mejor persona y mejor profesional. ¿A ti como te gusta ganar las carreras, porque te superas y mejoras tu marca o porque el otro se cae y te quedas sin rival? Pues eso, la victoria es mayor cuando uno se crece, se vacía y alcanza el objetivo soñado.

martes, 28 de enero de 2014

Cosas difíciles que nadie hará por ti

Lo sabemos, es fácil y cómodo evitar el esfuerzo y rehuir de la responsabilidad, pero si quieres ser exitoso tendrás que poner mucho de tu parte. Dan Waldschmidt te ofrece algunos consejos.

 

El camino al éxito es sinuoso, largo y en buena parte es cuesta arriba. Dan Waldschmidt conoce una cosa o dos de caminos. Es un empresario estadounidense que a los 25 años recibió su primer nombramiento como CEO y actualmente es un corredor empedernido.

Waldschmidt es un estratega de negocios, a través de su compañía Waldschmidt Partners International ofrece asesoría y dicta conferencias. Su libro Everything you think about success is wrong ya está a la venta y en él perfila las historias de “más de 100 personas ordinarias que se volvieron extraordinarias”.

En su blog oficial ha ofrecido extractos de su libro, entre los cuales se encuentran frases inspiradoras que no carecen de contundencia y validez.

De su blog, les ofrecemos su post ‘Tienes que hacer las cosas difíciles’, con el permiso del autor:

Tienes que hacer la llamada que tienes miedo de hacer.

Tiene que levantarte más temprano de lo que quieres levantarte.

Tiene que dar más de lo que obtienes a cambio de inmediato.

Tiene que preocuparte más por los demás de lo que ellos se preocupan por ti.

Tienes que luchar cuando estás herido, sangrado y adolorido.

Tienes que ir a lo inseguro cuando juegas si lo seguro parece más inteligente.

Tienes que liderar cuando nadie te sigue todavía.

Tienes que invertir en ti mismo a pesar de que nadie más lo haga.

Tienes que lucir como un tonto mientras estás buscando las respuestas que no tienes.

Tienes que trabajar en los detalles cuando es más fácil encogerse de hombros.

Tienes que entregar resultados cuando ofrecer una excusa es una opción.

Tienes que buscar tus propias explicaciones, incluso cuando te dicen que debes aceptar los “hechos”.

Tienes que cometer errores y quedar como un idiota.

Tienes que intentar y fallar y volver a intentarlo.

Tienes que correr más rápido a pesar de que te hayas quedado sin aliento.

Tienes que ser amable con la gente que ha sido cruel contigo.

Tienes que cumplir con los plazos de entrega irrazonables y ofrecer resultados sin igual.

Tienes que ser responsable de tus acciones, incluso cuando las cosas van mal.

Tienes que seguir moviéndote hacia donde quieres estar, sin importar lo que esté delante de ti.

Tienes que hacer las cosas difíciles. Las cosas que nadie más está haciendo. Las cosas que te asustan. Las cosas que hacen que te preguntes cuánto tiempo más podrás aguantar.

Ésas son las cosas que te definen. Ésas son las cosas que hacen la diferencia entre vivir una vida de mediocridad o el éxito escandaloso.

Las cosas difíciles son las cosas más fáciles de evitar. Para excusarte. Para fingir que no aplican a ti.

La simple verdad acerca de cómo las personas comunes logran hazañas increíbles de éxito es que ellos hacen las cosas duras que personas más inteligentes, calificadas, más ricas, no tienen el valor —o la desesperación— de hacer.

Haz las cosas difíciles. Puede que te sorprenda lo increíble que eres en realidad.

domingo, 26 de enero de 2014

Educación en personas triunfadoras

Admiro enormemente a Nadal. Y no me refiero en este caso a Rafa, el tenista, sino a su tío, preparador y mentor, Toni. Y es que da la impresión de que gran parte de las cualidades que adornan a Rafa, con y sin la raqueta en la mano, son producto directo de la educación total que su tío le ha proporcionado y aún le sigue proporcionando. La educación…un sociedad civil bien educada es una sociedad fuerte, y aquélla en la que la mayor parte de sus integrantes carecen suficientemente de ella es débil, manipulable y fácilmente sometible.

Como padre de hijos de corta edad tengo permanentemente activado el rádar para encontrar pautas de  comportamiento que me ayuden en la tarea de crear, y ofrecer a mis hijos, modelos de comportamiento frente a los demás y a lo demás, maneras de ser buenos ciudadanos, o, lo que es lo mismo, personas educadas. En este sentido, suelo encontrar inspiración cuando Toni Nadal comenta públicamente los criterios que ha utilizado para formar humanamente a su sobrino: “En esta vida hay que aprender a conjugar el verbo aguantarse. Yo me aguanto, tú te aguantas y él se aguanta. Y eso es lo que no hace la gente hoy en día. Todo son pegas. Sin darle un concepto religioso, la gente es menos sacrificada. Eso es lo que he intentado transmitirle a Rafael. Le digo: ‘Aunque a ti te vayan las cosas muy bien, aunque tengas dinero y éxito, tendrás que aguantarte, porque habrá cosas que no podrás controlar. Morirá un familiar. Te dejará la novia. Y te tendrás que aguantar.” Sacrificio y aguante. Tengo la impresión de que estos dos conceptos no son de los primeros que van a venir a la cabeza a la hora de plantearse las líneas maestras en la formación de nuestros hijos, pueden llegar a sonar algo antiguos, pasados de moda y hasta negativos o contraproducentes. Creo sin embargo que son muy necesarios porque, entre otras muchas cosas, permiten hacer frente al lado salvaje y consumista de la sociedad actual, el que continuamente nos está susurrando: no te aguantes, no te esperes, no te limites, tienes derecho a todo,  porque tú lo vales.

Obviamente cuando hablo de aguantarse no me refiero a ser dócil frente a las injusticias, las deficiencias o los abusos del poder –eso es ser débil o desinteresado- sino respecto de la tendencia a quererlo todo aquí y ahora, tendencia probablemente natural del ser humano pero potenciada y dirigida por el sistema capitalista y consumista de mercado, el cual a través de la publicidad nos bombardea con eslóganes del tipo: “¿Lo quieres? Lo tienes”. La publicidad quiere consumidores insatisfechos, clientes que no se aguantan. Cuando hace unos años salió uno de los modelos de iPhone, antes de que la tienda de Telefónica abriera sus puertas esa mañana había una cola de cientos de personas que habían esperado toda la noche para ser los primeros en comprarlo. En una radio se entrevistaba a uno de los que allí estaban, y cuando el locutor le preguntaba la razón por la que se había hecho un viaje de cientos de kilómetros para adquirirlo, siendo así que en pocos días estaría en todas las tiendas, respondió: “es que es algo que no se puede explicar”. El locutor concluyó, malévolo: “efectivamente, yo tampoco me lo explico”. Si en vez de tener ese comportamiento alienado a la mayor gloria de la multinacional de turno, la mayor parte de la gente interesada en comprar hubiera esperado –se hubiera aguantado- probablemente en poco tiempo lo habrían podido comprar más barato, con lo que hubieran hecho un mejor negocio tanto económico como personal.

Tu haces muy bien una cosa, que es pasar una pelotita por encima de una red. Eso no es importante. Las cosas verdaderamente importantes son otras y las hacen personas que no eres tú. Creerse importante por jugar bien al tenis sería tan estúpido como creerse importante por jugar bien al escondite.  Otra idea inspiradora para la educación.  Nuestros hijos serán los reyes de la casa, pero no les podemos educar como si fueran los del universo. Hace unos días se publicaba la noticia de que una madre ha ingresado en prisión por agredir a una profesora a causa de que su hijo no se había terminado el bocadillo en el recreo. Quizá no de manera tan extrema, pero esta actitud de agresividad de los padres frente a los que tienen la tarea de coeducar a sus hijos (porque no se debe olvidar que los primeros educadores son los padres), no es tan infrecuente como debería y da a aquéllos un ejemplo nefasto.

El respeto a los demás, en especial a los educadores, es base fundamental para el aprendizaje de la convivencia en la sociedad. Muchos de nosotros hemos asistido en ocasiones al penoso espectáculo de padres presenciando un partido de fútbol de su hijo en edad infantil, comportándose como enérgúmenos histéricos, insultando al árbitro e incluso humillando a su propio hijo. El mensaje que ofrecen esos padres es exactamente el contrario al que hay que dar: no hay que respetar a nadie, hay que ganar como sea, al enemigo ni agua. La práctica del deporte en esas edades, en especial del deporte colectivo, es una actividad muy recomendable no solamente por los beneficios físicos que trae consigo sino porque en ella hay que someterse a una disciplina y una jerarquía –quien manda es el entrenador-  y tienes que convivir en una pequeña sociedad con personas que pueden ser muy diferentes a ti. “Para mí, la obediencia en un niño es signo de inteligencia, porque acepta que el entrenador está por encima de él y, teóricamente, sabe más. Un niño de 12 años que no es obediente es muy mal  síntoma. La disciplina está mal vista. Entiendo como algo básico la autoridad del profesor. Porque el profesor, de cualquier materia, lo que intenta es ayudarte, así que le tienes que mostrar cariño y respeto. Esto ayuda para la vida real, porque estás formado en el sentido de aguantar”, dice Toni Nadal. El padre gritón durante los partidos es profundamente negativo: con su ejemplo destruye el sentido de disciplina, jerarquía y humildad (si has perdido te aguantas), que el deporte podría ofrecer a su hijo. Está jugando para el equipo contrario.

España, dice Elvira Lindo, es ese país de listos que están de vuelta sin haber ido. No será para tanto, pero si queremos evitar ese riesgo, la piedra angular es saber educar a nuestros hijos en los valores correctos. En unartículo dedicado a Rafa Nadal y Roger Federer, mi hermano Javier remarcaba el hecho de que lo verdaderamente admirable de nuestro tenista no era la enormidad de sus éxitos, sino “…más bien la discreta y sobria «normalidad» que, en todas las circunstancias, emana su persona y que, por ser socialmente tan poco «normal», tanto contrasta con los estilos de vida hoy dominantes.”. La conclusión de su artículo es también la de este post: “si el ejemplo de Nadal se generalizara, la sociedad española sería más cívica y
más virtuosa; sería, en suma, mejor”.